Cómo sobrevivir al supermercado con niños
Ir a comprar al supermercado, amigos, suele ser una experiencia maravillosa. Normalmente este tipo de viajes me une más a mis padres y crea un vínculo especial con un lenguaje emocional intenso. Excepcionalmente, ir al súper, se convierte en la peor pesadilla desde salí de la placenta.
Y ¿cómo puede ser? estareis pensando ... pués todo depende de varios factores: del día que tenga mi progenitor en ese momento, de si viene con el estómago lleno, con el tiempo justo o las emociones dispersas. Así que, mientras me dirijo a coger un minicarro infantil para mí, voy respirando hondo, llenando mi cerebro de buenos propósitos y relajando mis hombros para iniciar el viaje con sútil ligereza corporal y mental.
El primer objetivo es ser capaz de soportar las tentaciones que estos “parques temáticos” tienen:
. Pretender ir dentro del carro junto a la fruta y la verdura (que ya no entras, hijo)
. Hacer carreras de carros por los suelos deslizantes (nos van a echar)
. Atropellar las piernas sinuosas de otros clientes (exclientes a partir de entonces)
. No perderse (que levante la mano quién no haya perdido a su madre en algún momento)
Todo esto si no quiero que mis padres se enfaden y salgamos antes de tiempo, con un humor de perros ellos, y yo con las orejas tan rojas como para hacer salsa.
El segundo objetivo es asimilar el nuevo lenguaje “fraterno-comercial” que abduce a los mayores en cuanto entran en este museo de la alimentación:
. No toques eso = mira lo que quieras, no me distraigas, no rompas nada y no lo metas en el carro
. No corras = camina y respira a pasos acompasados entre sí, y si es con ritmo, mejor que mejor.
. No tenemos dinero para eso = no les gusta, mejor cambiar de producto o de envase
. Eso no es bueno para ti = lo mismo podría deciros yo del vino o de los pasteles, ejem
. Ya veremos = a mí no me engañas mamá, eso es un NO políticamente correcto!
. Ya casi estamos = falta más de la mitad de la compra, TODAVÍA, así que podemos empezar a negociar los puntos del primer objetivo
. Coge uno sólo = por fin, una concesión, y si le doy un abrazo, me llevo dos.
A partir de ahí, ya estoy preparado. O eso creo. Empieza la excursión a través de la zona verde, donde grandes bolsas de verduras llenan nuestro carro de tristeza. La zona de frutería no ayuda, pero ¿esas peras son de verdad?. El viaje prosigue hacia la pescadería -no hay salmón (para uno que me gusta!)- … así que me abandono a mi suerte. Seguimos por la carnicería, retomamos la zona de los lácteos, la zona higiénica y con entusiasmo pienso: “chuchelandia se avecina al fondo”. Pero un giro inesperado nos envía a la zona ártica ¡ale!, y allí más envases cubren de niebla los paquetes de fideos y macarrones de la zona cereal, pero ... ¿dónde estaban las chuches?
Entonces, cuando el viaje está próximo a su fin, me llama la atención un expositor, obra maestra de los dulces, lleno de barritas de chocolate, caramelos de colores, promesas azucaradas, millones de chicles y nobles tentaciones que hacen de este lugar lo más parecido al cielo. Mi cabeza empieza a reburbujear, mientras mi mente lanza globos al aire y en ese momento levanto la vista hacia mi madre y …. me encuentro con esa mirada fría y distante que me susurra “Hoy no toca”. Hoy no toca. Hoy. NO. Toca.
Entonces sus palabras rebotan cual pelotas de ping-pong en mi cabeza, dejándome desorientado y en estado catatónico. Es incomprensible. He seguido el carro durante todo el viaje, he superado todas las pruebas y ahora esto.
Pero queridos amigos, no hay nada que hacer. Cuando mi madre se pone así, me doy cuenta de que no se parece en nada a las madres de los cuentos, de las canciones o de las poesías. Yo creo que esas madres deben vivir en América y en chaléts de dos plantas.
Así que, tras esta experiencia, os propongo una sugerencia:
si quereis que vuestra relación fraterno-filial sobreviva, COMPRAD POR INTERNET
Jajaja buenísimo. Para verle la carilla... Pobre.
ResponderEliminarBesos
Y que lo digas ...
EliminarGracias por tu comentario, Mónica.
Q divertido! Son fan!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias María. Eres un sol.
EliminarAcabo de descubrirte y me quedo aquí para siempre! Muchas gracias por hacerme reír así!
ResponderEliminarGracias a tí guapa. Espero que por mucho tiempo ... Un beso!
EliminarY yo feliz de hacerte reir. Bienvenida. Espero que no desees irte nunca ;)
ResponderEliminarJajaja, me lo estoy pasando pipa leyendo tu blog! Un beso
ResponderEliminarDe eso se trata, de pasarlo en grande.
EliminarUn abrazo Krika.
Vente conmigo Hugo!!!! Algun capricho nos daremos!!!!
ResponderEliminarDe chocolate verdad? Ya sabes que contigo voy encantado!
EliminarUn abrazo Sonia
Buenísimo!!! como me he reído y cuanta razón!!! Es así ja,ja,ja
ResponderEliminarjajajaja yo tampoco soy madre de cuento, es más hay pasillos que para nosotros ni existen jajajaja
ResponderEliminarPues me has leído el pensamiento! Pues eso mismo hago yo desde que Nayeli empezó a darse cuenta de que en el supermercado, aparte de comida, se podía comprar todas las chucherías y porquerías del mundo. Así pues, la compra se hace por internet (lo que se pueda comprar por la web) y al mercado me voy yo solita. Ufff, qué martirio y con los peques!!
ResponderEliminarJajajaja pués me alegra que te funcione el truco, porque es sin duda uno de los mejores consejos.
EliminarY no me hables del mercado, que mi madre siempre me lleva a pesar de mi negativa porque, entre tú y yo, allí no hay nada interesante. Pero no cuela y acabo siempre cargando con bolsas. Se considera eso trabajo infantil? Tengo que informarme.