Niño, si es gratis tráete un puñado

Esta es la filosofía que en la familia de mi madre se hereda: Tú si es gratis tráete un puñado y luego ya veremos qué uso le damos.

Te suena?
Y es que a mi abuela las promociones la vuelven loca. Y si la juntas con mi tía abuela, tienes dos gallinas picando en un comedero de ofertas durante horas.

En los supermercados te suelen dar a probar muestras de algunos productos para animarte a hacer la compra con energía. Mi madre dice que no hay que avergonzarse por probar algún alimento expuesto, total, también vas a Ikea a probar sus sofás, no?

-Hugo, apártate ya del plato del jamón
-Jolines mami, es gratis y tú dices …
-Calla hijo, que estás formando cola

Quizás no sea felicidad lo que siento, pero cuando estoy en alguno de estos seis templos de la gratuidad noto una tremenda satisfacción -será que ya empiezan a notarse los genes-:

1. En el supermercado: Degustación de fiambre y quesos en la zona refrigerada al entrar. Seguimos por la zona de pastas y galletas para tomar algo dulce. Acabamos por la zona de cafés y refrescos para desatascar la garganta. Y salimos, cómo no, por el 2x1.
Si uno hace la cuenta puede alimentarse allí tres veces por semana aligerando la economía familiar considerablemente.

2. Al abrir el buzón: Muestras de jabones y geles (Estupendas para el avión- dice mi madre)

3. En la peluquería: Muestras de champús y mascarillas (Para los viajes)

4. En los hoteles: Cepillos de dientes, gorros de ducha, costureros, peines de plástico, kits de limpieza, limpiabotas, geles, hidratantes, pastillas de jabón … (para las emergencia y las visitas, hijo)

5. En la playa: Sombreros y pulseras inútiles (Verás que bien nos vienen para carnaval, Hugo)

6. En la basura propia - aún no cruzamos fronteras-: Botes, envases, tapones, cajas, tubos de papel higiénico o de cocina (Esto lo reciclamos y verás qué manualidades tan bonitas para el día del padre).

Pero podría ser peor. Mi madre cuando tiene ocasión suele sacar a conversación que conoce a una señora que se trae de los hoteles toallas y  ceniceros de recuerdo ¿Pero si tú no fumas? Ya, pero me hace ilusión ¿Para qué, para Diógenes? Y esas toallas con el nombre del hotel, si además no combinan con nada!

O aquella vez, durante un viaje, donde asistimos perplejos a unos padres dejando a sus hijos en la recepción del hotel invitándolos a entrar en el buffet diciendo:
-Venga niños, no temáis. Pone que los desayunos de los niños son gratis.

O cuando los padres de mi amigo Antón decidieron ir de vacaciones a otro destino, en otras fechas y en otro medio de transporte porque los niños viajaban gratis.

Y es que amigos, ¿dónde empieza y dónde acaba la gratuidad? Porque aunque todo esto sea regalado, no todo vale y mucho menos a puñados. Que luego viene ese tal Diógenes a quedarse en tu casa y ya no cabemos!